En nuestro primer viaje a Indonesia en Mayo del 2017 decidimos conocer la Isla de Sulawesi, donde nuestra primera parada sería Rantepao, pues uno de nuestros objetivos era conocer los funerales de Tana Toraja.
Después de muchísimas horas de vuelo llegamos a Yakarta, donde todavía nos esperaba otro vuelo con destino Makassar. Llegamos a Makassar a las 00:00 horas, cogimos un taxi y nos dirigimos hacia «Dodo Homestay«, nuestro hotelito para pasar la noche en esta ciudad. El taxista tardó bastante en encontrarlo, pero después de un par de intentos fallidos, preguntó a unos locales y llegamos en un santiamén. Nos dimos una ducha y nos acostamos, ya que al día siguiente de buena mañana teníamos otro vuelo con destino Rantepao, Tana Toraja.
Y aquí empieza nuestra odisea… Mientras organizábamos el viaje, reservábamos los vuelos, leíamos miles de artículos… descubrimos que desde hacía poco tiempo operaba un nuevo y pequeño aeropuerto en Rantepao, donde desde Makassar en menos de una hora estabas allí, y te ahorrabas las horas de interminable bus. Pues bien, así decidimos hacerlo; llegaríamos a Makassar y volaríamos a Rantepao, chupado!
Pues bien, a las 11:55 horas despegábamos con destino Rantepao.
Rantepao se encuentra en el centro de Sulawesi, rodeada de montañas y de campos de arroz (esto es un dato esencial a tener en cuenta para la historia que voy a contaros).
Cuando se encendió el icono de «abrochénse los cinturones, vamos a aterrizar«, la emoción nos abordó y al mirar por la ventana el paisaje era espectacular!!! Pero ni mucho menos se acercaba a lo que habíamos imaginado!!! Un montón de islitas perdidas se divisaban desde nuestra ventanilla. Yo no podía dejar de pensar, pero Rantepao está aquí????? Aterrizamos a escasos metros del mar, y en ese momento ya le dije a Vero;
-Tía que raro, estamos al lado del mar, pensaba que el mar quedaba bastante lejos de Rantepao (aunque no en KM si en horas), a lo que ella me contestó;
-Ya, no lo se… (jajajajajjajajajjaaj)
Bajamos del avión, dimos unos cuantos pasos, y ya estábamos en una pequeña sala para recoger nuestras mochilas (el aeropuerto era muy muy pequeño), y en ese instante todo el mundo empezó a preguntarnos; ¿de dónde sois? ¿dónde vais? ¿de dónde sois? ¿dónde vais? ¿de dónde sois? ¿dónde vais? y ahí me di cuenta de que éramos las únicas extranjeras que estábamos allí. Cuando les contestaba Rantepao decían; Uyyyyyyyyy Rantepao!!!!!! (me río sola pensándolo).
Nadie, pero cuando digo nadie es nadie hablaba inglés, así que no había forma de saber como llegar a Rantepao. Cuando toda la aldea del sitio donde aterrizamos se encontraba en el aeropuerto haciéndonos fotos (no nos podíamos ni mover) se acercó un hombre hacia nosotras, nos llevó a una diminuta habitación y en inglés nos preguntó que dónde íbamos, al decirle Rantepao nos dijo que estábamos lejísimos!!!!!!!!!!
-¿Qué dónde estamos?, le dije.
-En Mamuju.
-¿En Mamuju???? ¿Dónde está eso??????? (jajajjajajajajaj).
Todavía no se en que momento nos equivocamos comprando los billetes de avión, así que en vez de aterrizar en el aeropuerto de Rantepao, allí estábamos, en Mamuju, pero por lo menos todavía nos encontrábamos en Sulawesi. Nuestras expectativas de acortar el viaje llegando a Rantepao volando se vieron truncadas por aquel acontecimiento inesperado (aunque nadie imaginaríais cuanto nos pudimos reir, no solo en ese momento, todavía nos reímos!!!!!
Aquel amable hombre nos dijo que no nos preocupáramos, que él nos iba a llevar al autobús que nos dejaría, después de 15 largas horas, en Rantepao. Así que nos fuimos con él en su coche por aquellas carreteras sin asfaltar, por medio de la selva, pero si girabas la cabeza hacia la ventanilla de la izquierda del coche se veía un mar azul precioso. Al cabo de unos 40 minutos el coche paró y llegamos como a una casa donde no había nada, solo una familia mirándonos. Yo le decía al hombre;
-¿Pero el bus sale desde aquí??
-Si si, en menos de una hora estará aquí el bus.
Así que esperamos sin saber que iba a pasar, si llegaría el bus, si aquello se podía considerar una estación (que ya os digo que no), pero entre risas y risas pasó la hora y allí estaba, nuestro bus!!! Increíble pero cierto, no se como lo hizo aquel hombre, o si es que cada día sale el autobús desde allí, pero por fin nos despedimos del hombre y de su familia y nos subimos en el bus.
El autobús estaba destartalado, y en él solo viajaban a parte de nosotras, que nos sentamos en los últimos asientos, cinco chicos locales más (que se pasaron todo el viaje fumando un cigarro tras otro, así que imaginar como olía allí dentro!!!).
Las primeras horas de trayecto nos lo pasamos pipa, además como os he dicho antes, el paisaje era increíble!!! Pero hacia las 17:00 horas, cuando se hizo totalmente de noche y ya no se veía nada con lo que entretenerse, parecía que las horas no pasaban. Hicimos tres o cuatro paradas. En una de ellas empezaron a subir cajas al bus y a ponerlas justo en nuestros pies y aquello olía fatal!!!!!!!! Pero era un olor que había olido antes, y le dije a Vero, ¡pescado seco! cajas y cajas de pescado seco en nuestros pies que hacían una pudor que no se podía ni respirar! Nos cambiamos de asientos pero daba igual, el olor había impregnado todo el autobús y era insoportable. Así que con toallitas húmedas tapándonos la nariz, seguimos las más de 10 horas que todavía nos quedaban hasta llegar a Rantepao.
A las 05:00 horas llegamos a Rantepao. He de decir que los chicos que viajaban con nosotras en el bus nos acompañaron hasta la mismísima puerta de nuestro hotel, y no se fueron hasta que el dueño nos abrió (como era tan tarde todo el mundo estaba durmiendo), eso sí, de los cinco o seis paquetes de tabaco de liar que llevaba para todo el mes se fumaron uno entero!!!!!! ajajajjajajajajajaj Mea culpa por hacer como ellos y fumar dentro del autobús, cuando saqué aquel paquete, me salieron amigos por todas partes.
Próximamente os contaré nuestras aventuras por Rantepao.
Si os vais de viaje y todavía no tenéis un buen seguro, pincha aquí!